lunes, 26 de septiembre de 2011

Observa y contempla la trayectoria de las estrellas como si 
Corrieras con ellas y entiende siempre la forma en que unos 
Elementos se convierten en otros […] 
Marco Aurelio

Cuando sabes que no los veras mas, intentas memorizar todos y cada unos de los detalles. El olor de la habitación, para que sea el último aroma que perciba. El tacto de sus manos con mi piel, para que sus huellas queden gravadas en ella. Sus rostros intentándome decir la falta que hare en este mundo, para que justo antes de cerrar los ojos los vea sonriéndome. El sabor de unos labios sobre los míos, una prueba de amor que siempre me acompañara. El sonido de sus voces llamándome por mi nombre. Y ahí estaban. Todos y cada uno de mis seres queridos estaban allí. Todos sabían lo que iba a pasar, pero ninguno parecía reflejarlo en sus rostros. Y entonces. Los observé una vez más, intentando memorizarlos para cuando llegara el momento. Un par de ojos verde manzana, un olor a menta, un beso en la frente, unas manos ásperas. Pero, entonces observé un rostro del que no me había percatado antes. ¿Qué hacia ella allí? Se suponía que estaban los que amaba, no los que odiaba. ¿Por qué estaba allí?